domingo, 5 de agosto de 2012

EL RETORNO DEL LIBERALISMO II

 José Ramón Burgos Mosquera



En dos décadas una generación que interprete los gemidos que brotan de la conciencia colectiva, irrumpe y cambia el destino de la siguiente  generación que habrá de sucederle. Es el camino de la humanidad. Pero en Colombia no sucedió así. Han sido dos décadas que ocuparán las páginas mas dolorosas de nuestra historia porque durante estos veinte años sobrevinieron los peores males que ha padecido nuestra patria.

El liberalismo tampoco fue inmune a la podredumbre que se tomó al pais. La agudización del conflicto  entre el estado y la guerrilla, la inverosímil sucesión de males: narcotráfico, paramilitarismo, corrupción, en fin, las peores plagas que podrían infestar una democracia restringida estuvo a punto de destruirnos a todos por igual. En este interminable período no avanzamos, hibernamos como ciertos animales en otras latitudes y perdimos todos la brújula de nuestro propio ser como pueblo y como nación civilizada.

Hace 17 años, durante una impensable coincidencia con el desastre de Páez, presentamos un análisis aproximado de la situación del departamento de Cauca y establecímos algunas perspectivas para el cambio (Ver: "Cauca: reintegración o disolución" OCCIDENTE domingo junio 5 de 1.994). En la historia de los hombres, veinte años no son nada. Pero sirven por lo menos para observar en qué sentido gira la rueda de la historia en un tierra que nos duele por igual a Caucanos y Colombianos.

Curiosamente cuanto proponíamos como oportunidad para avanzar, se dió como subproducto de semejante catástrofe de la naturaleza. La Ley Paez, pese a todas las verdades a medias conque se la ha satanizado, le devolvió al Cauca viabilidad industrial y crecimiento productivo. Hoy, los avances proyectados a finales de la década pasada, nos permiten vislumbrar alternativas de expansión y desarrollo industrial. Medio millar de empresas de diversas dimensiones le generan al departamento y a sus municipios variables financieras considerables. Algunos, como Santander de Quilichao, lo asumieron con inteligencia y multiplicaron su oferta académica a nivel técnico, tecnológico y profesional y han convertido en una fortaleza sus debilidades del  pasado, calificando su mano de obra juvenil. Otros vilipendian los nuevos ingresos y se usufructuan de las inversiones que hace la Fundación para el Desarrollo creada y administrada por los empresarios. Ahora, con la conversión de la región en una gran Megazona Franca y Económica especial, estamos en mora de fortalecer nuestras relaciones con el sector empresarial para que el TLC encuentre un nicho adecuado para el establecimiento de empresas que multipliquen la oferta laboral del Cauca y una ventana para fortalecer la exportación de nuestros prodectos. 
Por lo demás, girando en un remolino incontenible los gobernantes locales sobreviven algunos con gloria y los más sin pena. Basta recordar que uno de ellos (Chaux Mosquera) fué condenado por la Corte Suprema de Justicia por nexos con paramilitares y otro, (González Mosquera) fué destituido en abril y absuelto en octubre del pasado año por la Procuraduría General de la Nación, ante la pérdida de miles de millones de pesos de la salud, escándalo relacionado con depósitos irresponsables en Probolsa, entidad captadora ilegal de dinero.

 ¡Que tiemblen los porteros! Se escuchó decir en las calles de la capital, conocido el fallo anterior.

Y qué pasó en el Cauca? Pasó de todo...pero todo sigue igual! Los mismos políticos empeñados en cerrarle el paso a la generación de relevo, peleandose a dentelladas la burocracia regional y aprisionando con grilletes la dirigencia local por cuya disputa han llegado a la sangre. A nuestros parlamentarios les preocupan mas  los incisos en las comisiones conciliadoras de ciertas leyes que la sustancia que carcome al departamento.  Y mientras tanto? El departamento parece un galeón de siglos anteriores perdido en un mar de babia y miseria: los mestizos cada vez más arrinconados por el empuje de los indígenas cuya lucha milenaria por recuperar sus territorios ancestrales los ha llevado a desconocer que decenas de miles de negros, mulatos, mestizos, zambos y hasta unos cuantos hispanos, tambien tienen derechos. Los indígenas avanzan en su organización política lo cual les ha permitido alcanzar importantes logros y representatividad tanto en las dignidades del congreso y la gobernación del Cauca, como a nivel internacional. Los negros de la costa siguen más aislados que nunca, además de verse sometidos a la tonsura que imponen los grupos que están explotando la riqueza minera de la región así como su inescrutable valor estratégico.

Y el Cauca sigue desintegrado, incomunicado, aislado, desoido, negado, con la más alta tasa de desempleo en el país;  el norte y la costa atados al Valle, el sur a Nariño y el oriente al arbitrio de las FARC, decididas a no abandonar el filón encontrado en la brusca geografía de la cordillera central donde, pese a lo sostenido por Feliciano Valencia, la Guardia Indígena y la ACIN, son los amos y señores. En eso no podemos equivocarnos con la ingenuidad primermundista de los periódicos europeos, quienes juran que  curtidos guerrilleros  con cerca de medio siglo de establecidos en esa cordillera, la van a entregar después de tres fuetazos de la guardia indígena. Precisamente el no haber construido la carretera que uniría al Caquetá con el Valle a través del páramo de Santo Domingo, ha impedido el desarrollo de la empresa agrícola y ganadera indígena y ha puesto la mano de obra indígena al servicio de los dueños de los narcocultivos sometidos a su vez a la carga impositiva de los grupos armados de toda índole.

En el norte, por lo demás, se crearon dos nuevos municipios: ya fuera por conveniencias electorales de aspirantes a parlamento en beneficio de la capital, cuando no por dividir más aún al norte del Cauca, en beneficio de un agotado y podrido liderazgo del partido liberal. Villarica va viento en popa. Guachené aún tiene que demostrar que su dirigencia ha madurado para avanzar.

Los Caucanos tenemos que sentarnos a hablar sobre cómo vamos a aprender a convivir de aquí en adelante: indios, hispanos, mestizos, mulatos, negros, campesinos, empresarios. Este territorio ya se volvió ancestral para todos y a todos nos duele. Si no estamos preparados para entender la paz como un territorio de oportunidades para buscar el equilibrio y la libertad, estaremos condenados a seguir matándonos hasta el fin de los siglos, si nos alcanza.

Esa es la tarea que tiene por delante el Liberalismo. Y se compromete a hacerlo o acaba de morirse de una buena vez.

(Santiago de Cali agosto 5 de 2012)

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