lunes, 7 de abril de 2014

¿EST ICI PARIS?


Por: José Ramón Burgos Mosquera.

Las ciudades como los hombres, se conocen por su forma de caminar. En aquellas, por supuesto, su historia se ha ido tejiendo lenta pero de manera inequívoca dándoles un carácter, su identidad propia con la cual se muestran ante el mundo. Paris no fue la excepción, sobre todo después del “siglo de las luces”, cuando sus más grandes pensadores impusieron un sello de originalidad y grandeza que opacaron por siempre los bocetos innovadores que aparecieron con el renacimiento. 

Paris se nutrió de los vientos creadores que soplaban de América y recibió con verdadera algarabía los movimientos revolucionarios que encarnaron Túpac Amaru en Perú y los Comuneros en el Virreinato de la Nueva Granada frente al Imperio Español, desatando el huracán indómito de su revolución que en 1789 decapitó reyes y consortes. Versalles en todo su esplendor, no fue más que otro motivo para llevar a la Bastilla a sus huéspedes. Los dos siglos pasados le pertenecieron a Paris: en el XIX todas las mentes lúcidas y febriles soñaron en sus parques y cafetines con cambiar el rumbo de todos los sistemas políticos vigentes en el mundo, ya fuera en América, África y aún en la distante Oceanía.

 Y en el pasado, tan cercano que pareciera el presente siglo, Paris fue cuna y lecho para renovación en las artes, en la concepción del poder, la interpretación del verdadero sentido de la vida. Hubo un Napoleón, pero también trasegaron Thomas Jefferson, Simón Bolívar y Giussepe Garibaldi por sus calles y avenidas; hubo un Baudelaire, un Victor Hugo, Cezanne, Monet y Van Gogh, compitiendo por conmover los cimientos del gusto citadino. Pero cada siglo trae nuevos vientos: ayer Descartes y La Fontaine, hoy Sartre y García Márquez. Hace tan poco Modigliani hoy Botero, Siqueiros y Guayasamín, para citar algunos de los nuestros con personalidad reconocida.

 Paris sin embargo hoy nos ha llenado de dolor. Sus parques y puentes están llenos de inmigrantes del mundo entero. Antiguos mandingos senegaleses, soberbios ejemplares nubas, Ashanti, fautis y yorubas deambulan con la mirada perdida en un horizonte gris al final de un invierno que se resiste a desaparecer. Indios y paquistaníes, gitanos rumanos y soñadores del mundo entero,compiten por una entrada al metro, un metro cuadrado para exhibir sus baratillos. Los parisinos caminan erguidos, soberbios, atados a su carácter de sentirse llenos de luz y de poder, casi sin importarles esos extraños visitantes inesperados pero cada vez más incontables. Y en todos los sitios emblemáticos de la ciudad, cada vez más pordioseros reflejan la visión de este mundo nuevo, cruel, inhumano y hostil. 

Hace apenas setenta años, los primeros soldados aliados que ingresaban victoriosos tras recuperar la ciudad de la ocupación alemana preguntaban " ¿est ici Paris?" mientras las mujeres jubilosas los saludaban desde los balcones y Edith Piaf ruiseñor de voz inolvidable les daba la bienvenida en los salones del Ritz. Esa Paris está muerta...la plaza heróica de La Bastilla, permanece descuidada, sin un solo símbolo que recuerde el mensaje que envió al mundo...Robespierre, Marat, aún Napoleón se consiguen en marmolina a 3 euros...pero el mensaje ya no llega, no conmueve, no sublima.

Este 26 de marzo en París nos dejó un vago presentemiento de las nuevas fuerzas que arrasan con las ideologías: los Campos Elíseos estaban abiertos a cientos de curiosos, extrañados de no escuchar el usual tráfico de la avenida. La razón? La ciudad se rendía ante el Camarada Jiang Ze Min, Presidente del Presidium de la República Popular China desplazándose, imperturbable y feliz junto al alcalde la ciudad, comprobando como sin disparar un tiro, la ciudad se rendía a sus pies.

Paris, 26 de marzo de 2014 

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